Obviedades para un necio… ¡Feliz Navidad!
24 diciembre, 2018ColumnaSinNombre
Pablo Jair Ortega (@pablojair)
Una vuelta por la capital del país y se respiran otros aires: unos muy contaminados, apestosos, prácticamente mortales, de un color café que ennegrecen los mocos.
Se puede decir que el DF pasó recientemente por una etapa de retroceso. La de la guerra de cárteles siempre negados en la ciudad, la que no deja de ser una de las de peor calidad en el aire que se siente cuando desciendes del ADO y comienza a picarte en la garganta.
Bienvenido a la otrora Distrito Federal, a la reciente CDMX que ahora los millenials defienden como los nostálgicos se aferran al DeEfe de Chava Flores.
Aquí es donde comienza todo para la lucha de izquierda, cuando en 1997, el hijo del Tata Lázaro gana la primera jefatura de Gobierno electa de la capital del país. Antes, se les llamaba Regentes, y eran escogidos por el presidente en turno.
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano se anota entonces un triunfo contundente contra el presidencialismo en el Distrito Federal. Es también un gran triunfo para la izquierda histórica del país y una fuerte derrota para el priismo dominante en lo que posteriormente se llamaría La Ciudad de la Esperanza.
Venir a la capital en los años 80 y 90 era como un deporte extremo. Se sabía que aquí el asalto al transeúnte era algo común; el robo de autopartes que hicieron legendarias a colonias como la Buenos Aires. El Distrito Federal fue durante muchos años un ciudad temida y no era para menos: aquí hubo matanzas de estudiantes y una forma de delincuencia organizada encabezada por los jefes policiacos como el famoso “Negro” Durazo.
Al hijo del Tata incluso le tocaron esas patadas de crímenes escandalosos y una Televisa reaccionaria a la nueva autoridad; ¿quién no recuerda el asesinato del animador/locutor Paco Stanley y la frase de Jacobo Zabludovsky, “alguien tiene qué renunciar”, en referencia a Cárdenas Solórzano?
Se nota un cambio paulatino con la entrada de autoridades electas, pero el objetivo de Cárdenas sigue siendo el mismo de todo su proyecto de vida: quiere ser presidente. Luego entonces pide licencia y deja a Rosario Robles Berlanga como jefa de Gobierno interina, mientras el hijo del Tata va a jugársela por tercera vez por habitar Los Pinos que su padre mandó construir.
Por tercera vez fue derrotado y se alzó en la victoria Vicente Fox Quesada; con él terminaba el priato de los 80 años en el poder; entraba el sector de ultraderecha recalcitrante a Palacio Nacional, con un gran respaldo nacional y popularidad.
Fox hizo una campaña singular, quizás la primera que se recuerde por estruendosa, diferente, más bonachona y populista. Se vendió como el hombre de rancho, el sencillo, el trabajador con historia de éxito que llegó a ser gerente de la transnacional Coca-Cola. Llegó a Los Pinos y fue el primer presidente en abrir la residencia oficial al público con recorridos guiados, mientras los edificios eran usados como oficinas.
En ese entonces Fox, como su sucesor Calderón, irían a vivir a unas cabañas en la residencia oficial ubicada en el Bosque de Chapultepec.
La Ciudad de México entonces también hizo su contrapeso con un líder nuevo, heredero de la lucha histórica de izquierda, en la figura de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno. Fue el dolor de cabeza de Fox, al grado de que éste operó para combatirlo, desaforarlo; también la ambición personal hizo que AMLO se fuese por la aventura de buscar la Presidencia, siendo derrotado “haiga sido como haiga sido” por Felipe Calderón y luego por Enrique Peña Nieto.
López Obrador no cesaría en buscar la Presidencia, hasta que lo logra el año pasado luego de que regresara el PRI nuevamente a Los Pinos, el lugar que luego desmantelaría a su arribo al poder.
LOS PINOS
Ahora la novedad en la CDMX es que ese palacio suntuoso que significaba la residencia oficial del Presidente está abierta al público. Los Pinos era un lugar inaccesible y a él sólo llegaban algunos elegidos.
Una de las primeras cosas que hizo AMLO a su llegada al poder fue quitarle esa exclusividad a Los Pinos para que se convierta en un ¿museo? para el Pueblo de México… Si bien es un recorrido bastante interesante, histórico y hasta bello en su paseo, a la vez supone una forma de exhibir los “excesos” en que vivía el Presidente; una manera de contrastar el discurso oficial de austeridad y supuesta mediana pobreza del presidente tabasqueño contra los lujos en que vivían sus antecesores.
El morbo popular se siente, está presente. Se respira como ese smog dañino. Hay quienes, por ejemplo, se tardan un rato en ver la recámara presidencial donde se supone que Peña debe haberle dado unos buenos llegues a la Gaviota.
El recorrido dura unas dos horas a lo largo de 4 kilómetros. Primero se accede desde la famosa reja de la avenida Parque Lira a la zona donde se ubicaba el Estado Mayor Presidencial, ubicándose como oficina principal el edificio “Molino del Rey”; de ahí un largo tramo por el Bosque de Chapultepec que lleva a la Puerta 3 de acceso a las residencias y salones, para finalmente salir nuevamente por la reja donde se entró.
Parece mentira, pero si bien la mayoría de los Policías Militares apostados a lo largo del recorrido son amables y saludan a la población, no deja de sentirse una molestia en algunos que ni siquiera regresan el “buenas tardes” cuando se ingresa a algunos de los cuartos. Al soldado se le nota molesto, exageradamente serio, como es su típica figura de rostro macerado.
No es para menos el porqué de la molestia: estos son elementos que alguna vez se entrenaron para cuidar al Presidente; son los militares que pasaron quizás por pruebas muy complicadas y difíciles para llegar a servir cerca del mandatario nacional. Son la élite de la élite, pero hoy están sobajados a cuidadores de turistas y de niños malcriados que no entienden del sitio histórico que están visitando.
En sí pareciera que Los Pinos, por su gran tamaño, es un espacio muy desperdiciado (y costoso) para ser simplemente un recorrido a pie gratuito. Alguien comentaba que podrían seguir utilizándose como oficinas sin problema alguno y copiar un esquema parecido al de los gringos con su Casa Blanca, con visitantes controlados.
Pero no: aquí las enormes casas están vacías, así como los salones, expuestos al público en general.
Una niña está a punto de guacarear las escaleras de mármol donde alguna vez la Gaviota se tomó fotos “nais” para una revista. Le dio el mal de altura, pero se lo aguanta. Hubiese sido una foto viral, sin duda, con títulos escandalosos de la chairada recalcitrante: “el asco por lo suntuoso”, “vomitando sobre el lujo y los excesos”, etc.
Horas más tarde de la visita a Los Pinos, el presidente López Obrador critica que un grupo de manifestantes haya ido a su domicilio particular para hacer una protesta.
En ese momento uno se acuerda de la residencia oficial… “Pues para eso son Los Pinos: una fortaleza donde se prevé que puedan llegar protestas; hay espacio, hay seguridad hasta para los manifestantes, y de paso está el Estado Mayor Presidencial para impedir que le hagan algo al Presidente… ¡Ah, pero ya lo desapareció López Obrador! ¡Ahora son guías turísticos y baby-sitters de nacos como Pablo Jair que buscan tomarse la selfie en lugares emblemáticos!”
Y sí, orgullosos de su investidura, ahora son nanas de los mexinacos morbosos que quieren ver el lugar donde La Gaviota le hacía sus buebitos al Peñita.
CERCAN SAN LÁZARO
En la estancia del DF es inevitable escuchar Universal 88.1, La Estación de los Clásicos (the same old boring music, diría el primo Fernando); entre cortes, las noticias de que campesinos cercaron el Palacio de San Lázaro, la afamada Cámara de Diputados. Ahí mantuvieron encerrados a empleados y legisladores; hasta la hermosa Tatiana Clouthier pide ayuda a Batman, pero en ese momento yo me encontraba indispuesto comiendo en el restaurante El Bajío.
Y uno piensa en la Clouthier y en las maneras de ayudarla; es así como nos enteramos de que en realidad los “campesinos” son los de Antorcha Campesina, que de “labriegos” tienen lo que Maluma de machito.
Y como no todo es alegría, buena vibra, paz y amor en la Cuarta Transformeishion, uno pensaría que no tardarían en llegar los granaderos para desalojar lo que a todas luces es una embestida preparada por un grupo que toda su existencia ha vivido de la extorsión, la invasión, los cargos públicos para sus líderes y la venta de votos.
¡Ah!, ¿pero qué cree? Ya no hay granaderos. Resulta que la Cuarta Transformeishion tiene un pedo muy existencialista con lo que significan los cuerpos policiacos y a todo le ven cara de represión. Ahora uno entiende porque dejaron que decenas de camiones entraran a la ciudad más poblada (y quizás vigilada de México) sin que nadie avisara del asunto ni previeran el desmadrito que iban a hacer.
EN XALAPA, ¿TAMBIÉN SE AVECINAN LOS GRUPOS COMO ANTORCHA?
Acá en la aldea quienes ya hicieron su aparición fueron los del Frente Cardenista; ese grupo que creció al amparo del Fidelismo y el Duartismo, de un vividor muy conocido llamado Antonio Luna, quien seguramente está buscando que el protagónico secretario de Gobierno, Don Patrocinio Cisneros, le dé una lana para sostener lo que en dos años no le dio Yunes.
¿Regresarán los grupos que extorsionaban al gobernador y vivían del presupuesto de la secretaría de Gobierno?
Parece mentira, pero a estos grupos el Gober Cascarita (sabiendo cómo es de intolerante a las protestas sin sentido y más con estos parásitos) los metía al bote sin problemas para que no estuvieran jodiendo… ¿Quiénes más habrán de venir? ¿Se les va a tolerar?
LA ÚNICA NOTA PARA PEGAR EN EL REFRI: Entre rolas de David Bowie y aliento oaxaqueño, les deseamos una muy Feliz Navidad; de parte de la Yiya, la Jackie, la Negra, el Tito, el Grande, la Weya y la Tita. Pásenla chido.